Últimamente se está hablando mucho sobre las tarifas excesivamente bajas y de como esta tendencia está afectando a la rentabilidad de nuestros negocios, a nuestra imagen profesional y a nuestro futuro pero este fenómeno no deja de ser una consecuencia del momento en el que vivimos y de la necesidad de buscar una salida aparentemente fácil, una alternativa asequible a la situación laboral actual.
La búsqueda, a menudo desesperada, de una opción de futuro hace que muchas personas intenten iniciar un nuevo camino con ilusión pero también con unas muy reducidas posibilidades de supervivencia y frecuentemente bordeando o directamente incumpliendo la legalidad vigente.


Esta situación se está produciendo en muchas y muy diversas actividades y son muchos los colectivos que están sufriendo la presión de unas tarifas que les someten a una situación de indefensión y generan malestar e indignación entre los afectados.

Diferente es el caso de las empresas de telefonía o electricidad entre otras que aunque se encuentran en una continua y exhaustiva búsqueda de nuevos clientes o de arrebatar los clientes a sus competidores no lo hacen exclusivamente desde el argumento de unos precios mas bajos sino que ofrecen unas mejores prestaciones o un mayor valor añadido a la oferta de su competencia.


 

Basta con echar un vistazo a la publicidad en prensa o la cartelería urbana y encontrar anuncios en los que se ofrecen profesionales de todo tipo como masajistas, clases particulares y servicios de todo tipo con unos precios en una continua tendencia a la baja que evidencian una competencia poco leal y probablemente fraudulenta.
Como ejemplo hace unos días la prensa recogía la indignación de un colectivo de prostitutas que se quejaba de que con la crisis había aumentado la oferta de este tipo de servicios con unas tarifas muy reducidas y sin la profesionalidad ni la seguridad requeridas y ofrecían como alternativa la formación y la especialización de las personas que ejercían su oficio.
Este es un caso muy concreto que evidentemente nada tiene que ver con nuestra actividad pero que pone de manifiesto la realidad del momento.

Hablando de nuestro sector, que es el que realmente nos preocupa, ¿como defender nuestros intereses frente a esta avalancha de ofertas?
Las respuestas son varias e incluso combinaciones de las mismas y pueden ser:

– Denunciar a cualquier sospechoso de ejercer de forma desleal o fraudulenta.
Una opción complicada que supondría un creciente cruce de acusaciones mas o menos fundamentadas poniendo a todo el sector en entredicho fomentando un ambiente de enfrentamiento generalizado que ha resultado ser muy poco eficiente en otros sectores mas consolidados en los que la competencia desleal está establecida a pesar de los esfuerzos por erradicarla de los profesionales afectados.
En estos casos las denuncias funcionan cuando los casos son especialmente llamativos, especialmente cuando son reflejados en prensa, generan alarma social o sirven como activador de los mecanismos de control de la administración.

– Limitar el ejercicio profesional exclusivamente a quienes acreditan mediante un título o carnet profesional haber recibido una formación adecuada y superado unas determinadas pruebas de acceso.
Esta es una opción que ofrecería una diferenciación entre profesionales y aficionados limitando el acceso de los advenedizos o de quienes se aprovechan de la escasa regulación de nuestra actividad para ejercer sin la debida especialización y con seguridad colaboraría en la mejora de la imagen profesional y la consideración social del peluquero canino.
Pero son muy pocas las actividades restringidas exclusivamente a profesionales con una formación acreditada y la mayoría dependen de una formación universitaria o son actividades consideradas de riesgo. Por lo tanto no es exigible ser cocinero para dirigir una cocina, ni peluquero para gestionar una peluquería por lo que en principio y aunque existe una formación profesional reglada cualquiera puede montar y ejercer en estos y muchos otros negocios como el nuestro de un día para otro sin mas garantías que el resultado de su trabajo.

– Realizar una oferta basada en la calidad y la búsqueda de la excelencia en los servicios que se ofrecen y lograr establecer una diferencia apreciable por los consumidores de forma que al igual que en otras actividades de las que son usuarios en la nuestra no toda la oferta tiene las mismas características y que un servicio de calidad es una garantía de obtener valor por el gasto que efectúan, algo así como “lo barato sale caro”.
Personalmente esta es la alternativa que considero mas eficaz ya que la calidad de servicio acreditada es un factor decisivo en la decisión de compra o elección de servicios profesionales de muchos consumidores y una excelente forma de sobrevivir y conseguir clientes fieles que mantengan y colaboren en la supervivencia y progreso de nuestra empresa.

– Potenciar el movimiento asociativo considerando que nuestro futuro individual, el de nuestra empresas, depende directamente del futuro del colectivo y que solo desde la fuerza de un grupo regulado y comprometido se puede lograr la fuerza y la voz necesaria para defender los intereses comunes y mejorar la imagen y el prestigio de nuestra profesión.

En resumen y aunque las cosas nunca han sido fáciles para nosotros, nos enfrentamos a una situación extremadamente complicada para nuestros negocios en la que la falta de regularización y la creación de un gran numero de nuevos centros de peluquería canina que basan su oferta en precios excesivamente bajos ponen en riesgo un futuro que depende en gran medida de nuestra capacidad de organizarnos y ofrecer un servicio de calidad.